El mito del origen de la pintura y la escultura nos remite a la sombra y a su representación realizada por una mujer en un acto de amor.

La doncella corintia, 1782-1784, lienzo de Joseph Wright donde se representa el mito de Butades.
Según Plinio el Viejo, la hija de Butades, un artista legendario de la Antigua Grecia se enamoró de un joven corintio y al disponerse el novio a marchar al extranjero, la última noche, al despedirse, la novia tuvo la idea de quedarse con el retrato de su amante, para lo cual trazó con carboncillo el perfil de su cara, señalado por la sombra en el muro de la habitación. Butades aplicó una capa de arcilla, que modeló siguiendo las sinuosidades de aquel rostro; destacó la arcilla de la pared y la metió en el horno y obtuvo un retrato duradero, que según la tradición se conservó en el Ninfeo de Corinto hasta que conquistaron la ciudad los romanos al mando de Lucio Mumio y la arrasaron.